EL
PROFESOR COMO GUÍA.
Con
los jóvenes actuales, el proceso educativo exige darle un enfoque diferente al
rol que el docente asume en la educación. Definitivamente se tiene que hacer un
cambio en el uso de las metodologías educativas “Los modelos educativos presenciales tradicionales se caracterizan por
centrar el desarrollo del proceso en el docente, relegando al estudiante a ser
un mero observador y oyente en la mayoría de casos. Este tipo de modelos
ponderan mucho más la enseñanza que el aprendizaje” (Duart, Sangrá, 2000).
Con
este enfoque diferente no tan solo se debe cambiar la manera de enseñar, sino
también la forma de evaluar, adaptarse a diferentes técnicas, herramientas y
recursos tecnológicos que proporcionan las TIC.
Considero
que este pilar es muy importante, ya que la empatía entre el alumno y profesor,
es algo vital, para que un alumno decida seguirte debes convencerlo, enamorarlo
y comprometerlo. Estos pasos deben de desmenuzarse minuciosamente, de tal
manera, que poco a poco el alumno se involucre en el aprendizaje y
conocimiento, casi sin darse cuenta.
El
profesor debe ser el promotor de este aprendizaje, y esta promoción no se hace
necesariamente con palabras, sino con actitudes y comportamientos, primero debe
haber una coherencia entre lo que profesor dice y lo que hace; segundo debe ser
muy receptivo a todos los estímulos y factores que suceden dentro y fuera del
aula, identificar situaciones académicas y personales que suceden en los
alumnos, involucrarse en estas situaciones de una manera respetuosa, pero
también responsable, discernir cuando podemos brindar apoyo y cuando
canalizamos la situación a personas o departamentos expertos. Tercero, ser exigente
y firme en las reglas académicas, pero a la vez identificar cuando se debe ser
flexible en situaciones extremas. Y por último, preparar adecuadamente la
secuencia y el desarrollo de las clases, así como las actividades y contenidos
involucrados.
Mi
punto de vista de acuerdo a la experiencia que tengo, en el momento en que un
profesor logra hacer por lo menos estos pasos, es cuando se logra esta afinidad
entre el profesor-alumno, es decir, se engancha en su clase y es más fácil que “quiera
aprender”.
De
esta manera, el profesor logrará que los alumnos le tengan respeto, que es muy
diferente al miedo, pero al mismo tiempo confianza, para que ellos puedan
manifestar sus inquietudes, y no tan solas las académicas, sino
también a veces como docentes se involucran en situaciones personales.
Por
último, estoy convencida que a los alumnos les gusta que les exijan, en el buen
sentido de la palabra “que los explotemos”, que lo llevemos a dar siempre lo
mejor de ellos, pero esto, siempre debe ser argumentado y sustentado, no
podemos dar un no rotundo, sin explicar el porqué de la situación. Estas
actitudes del profesor, hacen que el alumno no quiera “subirse contigo al barco”.
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